viernes, 5 de marzo de 2010

5.3 Conflictividad social. Huelgas.

Durante el franquismo, a causa de su naturaleza autoritaria, la existencia del conflicto fue negada y sus manifestaciones reprimidas. Pero ello no impidió su existencia, que llegó a ser reconocida por las propias autoridades ante la evidencia de los hechos. El conflicto fue de naturaleza política, aunque las causas inmediatas del mismo no lo hiciesen parecer así. Las acciones colectivas no tuvieron como causa inmediata demandas políticas, pero sí tuvieron consecuencias de este tipo y en dicho sentido lo entendieron los gobernantes: “ Un conflicto laboral es siempre un problema político y de orden público. ” (MINISTERIO DE TRABAJO : 2)
Los conflictos tienen sus inductores en los partidos y las organizaciones sociales. A pesar de que los participantes en los conflictos no se encuentran vinculados orgánicamente a dichos inductores, sí se suman a las convocatorias que éstos realizan y participan en ellas.
La conflictividad desde los años sesenta tuvo una cuádruple manifestación: laboral, regional, estudiantil y eclesiástica.
La conflictividad social presentaba las siguientes características:
1. Continuidad en las movilizaciones y conversión de cualquier acto público en tribuna de expresión de la oposición.
2. Extensión a sectores de la población que habían venido manteniéndose hasta entonces al margen (la banca , la sanidad...)
3. La intensificación de la represión, pese a ciertos cambios habidos que no impidieron las condenas a muerte y las ejecuciones...
4. La utilización del terrorismo como medio de realizar oposición.

Las huelgas son la manifestación por excelencia del conflicto social en las sociedades industriales avanzadas. Tras la Guerra Civil, la huelga fue calificada como delito.
Durante la década de los cincuenta se asistió a una recuperación de la movilización obrera, que se desarrolla en el campo reivindicativo.


En 1951 la primera huelga general paraliza Barcelona.


Desde comienzos de la década de los sesenta y hasta 1975 se produjo un alza en la conflictividad laboral, con diversas oscilaciones en función de la negociación colectiva y de los efectos de la represión. Las huelgas desde la década de los sesenta, e incluso en la anterior, tienen unos nuevos protagonistas, trabajadores cualificados del metal y de las industrias manufactureras, es decir, la nueva clase obrera. Este cambio responde a la transformación económica y social, como a la nueva composición de la clase obrera que abandona las tradiciones del pasado y adquiere en los centros de trabajo, va olvidando los planteamientos de la revolución social.

Los sectores más conflictivos entre 1963 y 1974 fueron la siderurgia y la metalurgia, la minería y la construcción. El tamaño de las empresas influyó decisivamente a la hora de que se produjeran o no huelgas. En dichas empresas se daban dos condiciones que facilitaban la protesta: la existencia de un convenio colectivo y un jurado de empresa en el que era habitual la presencia de militantes de la oposición. También se producen conflictos significativos en otras provincias que si bien no tenían tradición de lucha obrera, había desarrollado una cierta industrialización.


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